By En mi caso particular, me enteré de la existencia de un grupo de personas a los que llamaban Masones hasta llegar a la secundaria.
Estuvo en mi destino ―a veces no sé si para bien o para mal― tener un profesor de historia influenciado por la religión de manera brutal. Criado dentro de una familia ultraconservadora, él mismo formaba parte de la orden religiosa que regenteaba el colegio, pero al contrario que muchos de sus colegas, estaba fuertemente influenciado por la ideología de derecha católica más recalcitrante, retrograda y radical que por mucho se internaba en los territorios del fascismo.
En una cátedra que variaba entre la historia-ficción de dictadores transformados en adalides, de órdenes oscuras buscando la perdición de la humanidad, de malvados comunistas persiguiendo y torturando la inocencia cristiana, los Masones pertenecían a un círculo muy especial dentro del infierno que desbordaba su cabecita.
Al parecer este homúnculo se había alimentado espiritualmente con lo peor de Salvador Borrego, Henry Ford, Erich Ludendorff, el propio Hitler así como los desvaríos gerontológicos de José Vasconcelos, entre muchos otros.
Nos describía a los Masones como una fuerza que, sumada a una serie de “enemigos” también surgidos de su enferma imaginación, estaban a la búsqueda de destruir a la religión y transformar a la humanidad en una especie de zombi trabajador sin ideales y sin expectativas.
¿Por qué?
La verdad es que nunca nos explicaron a fondo las razones de esta cruzada mundial que parecía digna del más alucinante manga japonés; una lucha entre el bien y el mal sin cortapisas, sin términos medios, sin espacio para la duda. Estás conmigo o estás contra mí.
He de reconocer que en esos tiempos, con apenas 15 años de edad, si llegué a sentir cierto temor ante este ejército invisible que ―al menos en teoría― estaba a la búsqueda de destruir mi fe, mi virtud y mi propio estilo de vida.
Ya lo he escrito en otros espacios. Gracias mis lecturas, cuestionamientos y una innata curiosidad, con el paso del tiempo pude quitarme el enorme lastre que representaba aquel brutal adoctrinamiento y conocí diferentes perspectivas sobre las verdades que antes parecían inamovibles.
Pude comprender que una visión cóncava, cerrada y radical de este universo en que vivimos, tal como nos la había explicado aquel talibán de crucifijo, no podía hacer ningún bien. Ni a los propios ni a los que piensan de manera distinta.
Es por ello que he dedicado una buena parte de mi tiempo a preparar esta serie en la que exploramos los orígenes, el desarrollo y las razones de la existencia de un conjunto de sociedades secretas conocidas de forma genérica como “Masonería”.
Cuál era su verdadero objetivo, por qué fueron satanizados y perseguidos, por qué, hasta la fecha, muchos militantes católicos piensan que son una encarnación del mismísimo demonio.
En dos capítulos, con la muy valiosa colaboración de Edgar Rodríguez, exploramos la historia y las causas de la masonería para rematar, en el tercer episodio, con la entrevista a un Masón activo: Adrián Campos, un joven profesionista, periodista y comunicador, dueño de una vida plena y normal que, entre muchas otras cosas, forma parte de una logia masónica.
Los invito a realizar un viaje por lo que muchos llamarían “El Lado Oscuro” y retirar una leyenda negra que pesa sobre un grupo de gente cuya única intención, a lo largo de la historia, ha sido la de encontrar formas de mejorar a esta humanidad.
Aquí la Primera Parte:
La Segunda Parte:
Esta es la Tercera Parte:
