
La última semana de la presidencia en el Senado de la República de Gerardo Fernández Noroña estuvo cuajada de acusaciones, discusiones y enfrentamientos con la oposición para terminar con un pleito de empujones y golpes con el senador priísta Alejandro “Alito” Moreno.
Impuesto por Andrés Manuel López Obrador a manera de premio de consolación para una de las corcholatas, la presidencia del ex petista estuvo cargada de intolerancia y de ataques a los partidos opositores. ¿Cómo queda la imagen pública de una persona que comenzó como activista “del pueblo” para terminar con una imagen de corrupción, cobardía y violencia?
Alejandro Envila Fisher analiza junto con Armando Reygadas y Edgar Rodríguez el futuro político de Fernández Noroña y de como su propia actitud lo ha transformado en un auténtico desperdicio tóxico y radioactivo al que sus compañeros de partido ya están evitando.
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