
Quiero decirte tan solo que me he quedado tan solo; voy recorriendo el espejo buscando tus ojos… paso las horas vacías, mirando tus fotos… y si el mundo da una vuelta y pasas por aquí no te extrañe encontrarme deshecho; ¡qué va a ser de mí! Como tú, yo también soy humano y me duele estar solo… Y si el mundo da otra vuelta y te devuelve aquí, no te extrañe encontrarme de espaldas y alguien frente a mí… como tú, yo también soy humano y no quiero estar solo.
Leyeron bien, estos son fragmentos de la canción de hace 40 años, escrita por José María Cano (del grupo Mecano) e interpretada por Emmanuel, que siento pudieran ayudarnos a abordar el tema político que surgió en medios mexicanos hace una semana y que, sorprendentemente, parece haber sido reemplazado por otras cajas chinas, escándalos o titulares con el sello de la casa 4T.
Sí, el pasado 20 de julio, el partido Morena tuvo una sesión extraordinaria de su Consejo Nacional en un hotel de la Ciudad de México y aunque supongo habrán tenido otros temas serios y relevantes en la agenda, fue el grito de “¡no estás solo!” el que se llevó toda la atención, con justa razón. Ese grito convertido en porra (cobija protectora) y acompañado de efusivos aplausos fue el que miembros del Consejo de Morena dirigieron al Senador Adán Augusto López cuando su nombre fue mencionado en dicho evento.
El senador López es el líder de los senadores de Morena y probablemente uno de los 5 miembros de dicho partido con más influencia. Se le señaló recientemente por sus nexos, en el peor de los casos, o por su aparente descuido, en el mejor de los casos, en relación con la actuación de su secretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, quien ha sido acusado de ligas con carteles dedicados al tráfico de drogas, extorsión y huachicol. El señor Bermúdez fue nombrado secretario de Seguridad por Adán Augusto López en 2019. El senador López dice que no supo nada y por eso es por lo que algunos en Morena parecen convencidos de gritarle su apoyo al señor diciéndole, a diferencia de Emmanuel, que él NO está solo.
Y en el caso de los ciudadanos de a pie, como usted o como yo, ¿qué deberíamos pensar de todo esto? ¿Lo seguimos normalizando? ¿Dejamos que las tribus políticas sigan haciendo y deshaciendo a su antojo y protegiendo y arropando a cualquiera que sea de su tribu por más culpable, corrupto, inepto que sea?
El grito de ¡No estás solo! debería prender la mecha para un movimiento ciudadano que sea algo más que unos memes sobre el incidente. Si los grupos políticos cierran filas para encubrirse entre ellos, ¿cuándo y cómo podemos los ciudadanos cerrar filas con nosotros mismos y con las ciudades, estados y el país que queremos?
¿Acaso hay políticos o partidos, funcionarios de distintos niveles y poderes, que nos hagan sentir que no estamos solos? Siento que la respuesta es que pocos ciudadanos nos sentimos consistente y verdaderamente acompañados con todo y que, como en la canción de Emmanuel, los políticos y funcionarios deben saber que también somos humanos y nos duele estar solos… lidiando con burocracia infinita, con corrupción y con malos resultados para un país que ha perdido más de 30 años buscando salir de la mediocridad económica y del desorden eterno.
Imaginemos un escenario, algún día, en el que en las gradas de un estadio estén los alcaldes, gobernadores, diputados, senadores, jueces, funcionarios y el presidente del país esperando a que nosotros, los ciudadanos de a pie, entremos a la cancha uno por uno y ellos, desde las gradas, nos griten: “¡No estás solo!”. Si acaso al leer estas últimas líneas soltaste una risa burlona, no te culpo; sí, hasta parece chiste.
Parece chiste porque sabemos que son pocos los funcionarios y políticos que verdaderamente se despiertan y piensan en cómo cambiar las cosas para que los ciudadanos en los que sus acciones tienen impacto se sientan menos solos. La reacción normal, creo yo, es que los ciudadanos de bien y de a pie, pensemos que los miembros más influyentes de nuestro sistema político le gritan, cada día, con sus acciones o falta de ellas un sonoro “¡No estás solo!” al huachicolero, al funcionario corrupto o inepto, al malhechor de poca monta o al líder del cartel, al empresario cuate, al concesionario favorito, al gobernador o alcalde corrupto, al facturero de la ciudad.
También sería normal pensar que un expresidente corrupto o la mamá de un famoso narco ¡no están solos! Es más, en estos tiempos de ideologías huecas y cajas chinas, nuestro sistema, con sus tres poderes y niveles se atreve a arropar a Fidel Castro y al Ché Guevara más que a los ciudadanos mexicanos. Maroma tras maroma, todos los impresentables parecen estar más acompañados, mucho menos solos, que los ciudadanos comunes de bien. Todos estos que arropan y son arropados han puesto la mesa y se han servido del país de una forma en la que nos han destinado a ser, por más de 30 años ya, un país que vio pasar oportunidades y que fue rebasado por otros países que antes nos veían para arriba; en temas económicos, de desarrollo, de imperio de la ley, de orden, de corrupción, de seguridad en general.
El siguiente gran pacto de México debe ser un pacto por acompañar al ciudadano no solo con chequecitos y despensas, sino con una verdadera revolución del quehacer político que provoque cambios sensibles en la forma en la que el poder se relaciona con y da resultados a los ciudadanos.
Esta revolución tiene que hacer sentir al ciudadano que no está solo frente a carteles económicos y criminales, funcionarios abusivos y un aparato de gobierno que no sirve, pero sí se sirve. Entonces podremos pensar en recorrer el espejo y darnos cuenta de que, a diferencia de Emmanuel, ¡NO estamos solos!
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