Hechos y nombres

El postdebate y la rebelión de las audiencias

El ejercicio del postdebate resultó más interesante que el parto de los montes en que acabó el choque de candidatas presidenciales. Pero ese interés tuvo razones diferentes al tradicional intento de equipos de campaña y voceros no oficiales, de ganar la narrativa para controlar la percepción sobre la triunfadora del encuentro.

Esta vez, lo nuevo fue la rebelión de la opinión del público en contra de la comentocracia. Casi al unísono, de inmediato y con una sospechosa cuasi unanimidad, la mayoría de los analistas y periodistas de medios tradicionales de siempre, coincidieron en declarar como clara ganadora a Claudia Sheinbaum y como gran perdedora a Xóchitl Gálvez.

Desde la mesa de Televisa hasta la de Latinus, casi todos los conductores y analistas coincidían en la clara victoria de la candidata de Morena. Inmediatamente después de que las opiniones de “los especialistas” se habían decantado mayoritariamente a favor de Sheinbaum, una bien coordinada batería de encuestas confirmó los dichos de los Delgado, los Zuckerman, las Maerker, los Loret y los Lozano. Con notorias excepciones como las de Raymundo Riva Palacio y Denisse Dresser, la sentencia mayoritaria del tribunal de la opinión pública, que no fue la opinión del público, estaba dictada y había sido reforzada “oportunamente”, por las encuestas de siempre.

Los principales argumentos para apuntalar la sentencia a favor de Sheinbaum fueron el mayor aplomo de la morenista, la incomodidad y nerviosismo de la opositora, por supuesto, el “imperdonable error” de haber mostrado el escudo nacional de cabeza y claro, el hecho de que Gálvez no pudo noquear, con ninguna de sus acusaciones, a su competidora.

Lo llamativo estuvo en que mientras las “inteligencias políticas nacionales”, contratadas por esos monumentos al presidencialismo que son los medios de comunicación concesionados, sentenciaban la derrota de Gálvez, desde las redes sociales, ese espacio virtual que desordena todo pero también iguala a todos, las cuentas de varios periodistas, reporteros y sitios de noticias, levantaron sondeos de opinión entre sus seguidores y estos arrojaron una conclusión diametralmente opuesta al veredicto de la comentocracia: Para la mayor parte los usuarios de redes sociales que siguen cuentas vinculadas al mundo de la información, Xóchitl Gálvez ganó el debate de forma contundente.

Cuando la diferencia de percepciones entre los “dueños de la opinión pública” y la opinión del público consumidor de noticias, se hizo evidente, empezaron los reclamos, las acusaciones y las agresiones en las propias redes sociales, donde lo único que no existe es el filtro. Desde preguntarse qué debate vieron los analistas hasta cuestionar su condición de expertos en política y comunicación, hubo toda clase de críticas y descalificaciones hacia su trabajo y sus conclusiones a favor de Sheinbaum que, si no lo eran, parecían nado sincronizado.

El fenómeno de divorcio entre opinión pública y opinión del público resultó más ilustrativo y aleccionador que el debate mismo. Es cierto; los sondeos levantados en redes sociales no tienen la calidad y representatividad de una encuesta, ni siquiera en tiempos en que las encuestas están en entredicho, pero esos sondeos sí reflejan el sentir del público que sigue al sitio o la cuenta que los levanta. Cuando casi todos los sondeos sobre el debate dicen lo mismo, por lo menos queda claro que el espacio de las que antes fueron “benditas redes sociales”, está perdido para el partido en el poder y sus candidatos, así como el espacio de los medios de comunicación tradicionales y concesionados, parecen copados por los intereses y la agenda de la 4T.

Hablar de ganadoras y perdedoras en el debate, por el aplomo y la tranquilidad, o el nerviosismo y los tropiezos verbales, más allá del contenido expuesto y las posiciones asumidas, resulta ocioso y es evidente que no convenció a los televidentes, que siguieron el evento por televisión, pero expresaron su opinión, no solo sobre el debate, también sobre el postdebate protagonizado por los analistas, en la jungla caótica y salvaje, pero sin duda democratizadora de la información y la desinformación, que son las redes sociales.

@EnvilaFisher

Alejandro Envila Fisher
Alejandro Envila Fisher es periodista, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM. Dirigió durante 15 años la revista CAMBIO y Radio Capital. Fundó y dirigió durante cinco años Greentv, canal de televisión por cable especializado en sustentabilidad y medio ambiente. Ha sido comentarista y conductor de diversos programas de radio y televisión. También ha sido columnista político de los periódicos El Día y Unomásuno, además de publicar artúculos en más de 20 periódicos regionales de México desde 1995. Es autor de los libros “Cien nombres de la Transición Mexicana”, “Chimalhuacán, el Imperio de La Loba” y “Chimalhuacán, de Ciudad Perdida a Municipio Modelo.

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