Hechos y nombres

Mover al elefante

Está claro que para efectos laborales, que no de salud, la pandemia es cosa del pasado porque si no esperaron a disminuir el promedio de muertes diarias antes de decretar de nuevo el engañoso semáforo verde, las autoridades no volverán a decretar un nuevo confinamiento, se presente o no una cuarta ola de contagios.

Las razones para actuar así son económicas y tienen casi tanto peso como las médicas. La economía de las personas, y también la nacional, no resisten más. Urge la reactivación para evitar que el hambre llegue a millones de familias que ya fueron alcanzadas por la pobreza.

Tomada la decisión de levantar restricciones y reabrir todo, el reto ahora para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es poner el ejemplo y reactivar, antes que cualquier otra cosa y al 100 por ciento, el gobierno que encabeza, además de acordar la apertura total de los gobiernos estatales y de los municipales.

El presidente ha insistido, hasta el cansancio, en el regreso a clases presenciales de los alumnos (particularmente los universitarios que manifiestan muchas dudas y desconfianza). Su argumento es que los profesores ya están vacunados y, por lo tanto, no corren riesgos. Volver a clases presenciales es una prerrogativa de las universidades autónomas y, como construyeron la forma de trabajar eficazmente a distancia, algunas comunidades universitarias, aconsejadas por sus propios científicos, han decidido esperar a que la vacunación avance más rápido y la tendencia a la baja de la pandemia se confirme para después, volver al trabajo presencial

Antes que presionar a las universidades para volver a clases presenciales, finalmente no están cerradas sino trabajando a distancia, el Gobierno federal haría muy bien en ocuparse de que sus propias actividades administrativas volvieran a marchar al cien por ciento. El funcionamiento pleno del aparato burocrático, el sector público y sus millones de trabajadores, es fundamental en muchísimas áreas para lograr el arranque y el avance consistente del aparato productivo nacional.

El problema está en que el aparato burocrático es un elefante reumático que ya ha sido descrito por el propio presidente López Obrador y actualmente enfrenta múltiples problemas para moverse.

Abundan las historias de dependencias federales, y entidades de la Administración Pública Federal, cuyos trabajadores simplemente se niegan a volver a cubrir turnos completos, en sus oficinas, sin importar que ya estén vacunados. La gran mayoría de los que se rehúsan a volver a sus dependencias, son burócratas sindicalizados que ni siquiera trabajan en casa, pues desde el inicio del confinamiento afirmaron no tener computadora ni conexión a internet. Esos burócratas de base, sindicalizados, han cobrado y recibido, puntualmente, sus salarios desde hace 19 meses. Sus dependencias ya reabrieron, pero trabajan a medias y no pueden normalizar su operación porque solo asisten con regularidad los mandos medios y superiores; los llamados funcionarios o empleados de confianza. En contraste, la mayoría de la burocracia de base se resiste a volver y a cumplir con la jornada de seis horas diarias a la que está obligada.

Esa falta de personal completo provoca la ralentización del trabajo burocrático, lo que en los hechos significa que permisos, licencias de cualquier índole, certificados, trámites de importación o exportación, avanzan a una tercera parte de su velocidad normal, cuando avanzan. La razón es que los mandos medios no se dan abasto para operar solos las oficinas y ventanillas de las dependencias gubernamentales con servicio de atención al público.

Además de acelerar el avance de la vacunación, al Gobierno federal le corresponde ahora resolver el problema creado por los sindicatos de burócratas empeñados en retrasar el regreso a las actividades presenciales, a pesar de que el semáforo está en verde y sus agremiados ya fueron vacunados. Esos sindicatos y sus dirigentes son los responsables, en este momento, del reumatismo del elefante burocrático. Por lamentable que parezca, muchos burócratas sindicalizados ya se acostumbraron a cobrar sin trabajar y por eso no quieren regresar.

Una vez que se apostó por la reapertura para impulsar la recuperación económica, la batalla que el presidente López Obrador y su gobierno deberían dar no es con las universidades como la UNAM, que están trabajando en línea.

El problema hoy es mover al elefante reumático que lleva 19 meses cobrando sin trabajar y que quiere mantener las cosas así. Si lo que se pretende es la reactivación económica para recuperar el empleo y el crecimiento, las universidades autónomas no son el obstáculo. El problema está en los sindicatos de burócratas, sus dirigentes y aquellos agremiados acostumbrados a cobrar sin trabajar.

Mientras las oficinas gubernamentales con atención al público no trabajen al 100 por ciento, la reactivación y la recuperación económicas no se producirán plenamente, y la pobreza seguirá avanzando y cobrando víctimas en el país.

@EnvilaFisher

Fotografía de Geran de Klerk en Unsplash

Alejandro Envila Fisher
Alejandro Envila Fisher es periodista, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM. Dirigió durante 15 años la revista CAMBIO y Radio Capital. Fundó y dirigió durante cinco años Greentv, canal de televisión por cable especializado en sustentabilidad y medio ambiente. Ha sido comentarista y conductor de diversos programas de radio y televisión. También ha sido columnista político de los periódicos El Día y Unomásuno, además de publicar artúculos en más de 20 periódicos regionales de México desde 1995. Es autor de los libros “Cien nombres de la Transición Mexicana”, “Chimalhuacán, el Imperio de La Loba” y “Chimalhuacán, de Ciudad Perdida a Municipio Modelo.

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