En tr3s y do2

La elección más importante del 2024

En tres semanas México tendrá su segunda gran jornada electoral importante del 2024, tal vez más relevante que la de junio pasado. En este caso, gran parte de los mexicanos no tendrán mucho qué hacer por influir en el resultado, pero el país entero vivirá las consecuencias del resultado de la elección más importante.

Vemos que en México se siguen asentando y acomodando quienes pretenden “construir” el (¿tristemente?) famoso segundo piso de la “transformación”; una transformación que parece, hasta ahora, fundada principalmente a base de rollo, inercia que marea y de una capirotada de ideologías amorfa que difícilmente podrá mover la aguja de manera sostenible en cuanto a crecimiento, desarrollo, seguridad, pobreza o educación.

Difícil sentirse entusiasmados por el presente, y tal vez menos por el futuro, del país cuando vemos que las promesas, los planes, los funcionarios, los modos, el estilo, el fondo no muestran nada fresco o suficientemente nuevo o creativo como para mover las expectativas de un país al que le urge un verdadero golpe de timón.

Si bien se pueden buscar, ubicar y reconocer algunos resultados positivos del último sexenio, es importante también aceptar que mucho de lo positivo y de lo que buscan incluso reforzar las políticas sociales del nuevo gobierno no será sostenible, razonable o siquiera posible si el país no sale del letargo económico y del vacío de autoridad y estado de derecho en el que se encuentra.

Un país con las características del nuestro que no puede crecer a tasas del 3, 4, o 5% anual sostenido por varias décadas no podrá salir del atraso, no podrá reducir sensible y sostenidamente las tasas de pobreza, no podrá atender los justos reclamos de su población en cuanto a infraestructura, educación y seguridad y a lo más que aspirará es a seguir siendo el patio trasero del vecino; el socio débil en cualquier alianza o tratado entre países; el que pone no solo la mano de obra barata, el mercado para los oligopolios y los muertos en cualquier intento de guerra contra los carteles criminales.

Un gobierno, un sistema amplio de gobierno que incluye los distintos niveles y poderes, no puede aspirar a sostenerse y mucho menos a pasar a la historia como transformador, sin resultados verdaderamente trascendentales.

Eventualmente hasta las focas que aplauden sin saber por qué se cansarán y dejarán de aplaudir. La adulación pagada con el presupuesto se revertirá y el sueño del segundo piso se vendrá abajo sobre quienes dicen estarlo construyendo.

La falta de resultados, la falta de una mejora sustancial y sostenible aumentará la dependencia sobre lo que hace o deja de hacer el vecino del norte.

Así, el martes 5 de noviembre seremos testigos de la que pudiera ser la elección más importante para México en 2024; ese día Estados Unidos elegirá nuevo presidente y se definirá la mayoría en la Cámara de Senadores y el Congreso.

Ante la falta de políticas económicas exitosas en México, quedamos atados a lo que haga o deje de hacer Estados Unidos. Un mayor crecimiento del vecino genera viento a favor para ciertos sectores en México y compensa, en parte, nuestra aparente falta de capacidad, habilidad o pericia para promover nuestro propio crecimiento.

En el período de 2019 a 2024, se estima que Estados Unidos crezca a una tasa que es 2.7 veces mayor que la nuestra. Mientras el vecino del norte crecerá a una tasa anual compuesta del 2.17%, en México repiten en el poder quienes lograron crecer a una tasa de 0.81% por año.

No debería sorprender la afirmación de que sin crecimiento vigoroso y sostenido no habrá forma de que México salga del hoyo en el que nos hemos metido las últimas cuatro décadas.

La economía, y casi todo menos la 4T, parece estar sostenida con alfileres. Esto nos hace más dependientes de la elección del 5 de noviembre y el rumbo que tomarán los Estados Unidos.

Así, las cosas se ponen complicadas ya que no parece existir un escenario muy favorable para México, fuera de ser la piñata de la fiesta. Quisiéramos creer que la menos conocida es mejor que el malo conocido, pero no podemos olvidar que para republicanos como para demócratas siempre aplicará el “America first“; para ellos Estados Unidos es la única prioridad.

Pensar que uno u otro candidato, uno u otro partido tendrá consideración especial por México y sus intereses es un error. La retórica anti-mexicana y las generalizaciones sobre lo que somos o no somos los mexicanos solamente se recrudecerán.

Será en las políticas económicas y de seguridad que implemente el próximo aparato de gobierno americano donde México verá un posible efecto colateral más o menos favorable.

Es en el tema China donde se definirá qué tan bien o mal nos irá como país en la siguiente década. A México le conviene un gobierno americano que ponga freno a China y su avalancha de exportaciones que es capaz de matar sectores productivos enteros.

Si el gobierno mexicano sigue distraído en reformas y contrarreformas que no son más que tener un pie en el freno y otro en el clutch, a nosotros nos conviene que el gobierno vecino se vista de Chapulín Colorado y nos ayude (u obligue) a por lo menos meter las manos contra China.

Mientras, sepamos que México a lo mucho que llega hoy en las campañas americanas es a piñata o nota al pie. ¿Quién crees que le conviene a México como próximo presidente de Estados Unidos?

@josedenigris

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