Para el Mto. Jorge Salgado Sepúlveda.
Reseña del libro “Octavio Paz en su siglo” Debolsillo (2014, aumentado en 2019), México, del autor Christopher Domínguez Michael. 966 páginas.
Como antecedente te puedo decir que no me gusta mucho Octavio Paz. La razón es que tampoco me gusta la poesía. Al igual que muchos de nuestra generación nos hicieron leer “El laberinto de la soledad” en la escuela y debo de confesar que se me hizo farragoso, enredado y sin mucha sustancia. Alguna vez compré muy barato “Aguila o Sol” (1951) en la colección popular del Fondo de Cultura Económica. El libro que es una colección de cuentos (que Paz consideraba “poesía en prosa”) más o menos buenos. Nunca a la altura de Juan Rulfo o Amparo Dávila, por mencionar a cuentistas mexicanos excelentes. De lo último que adquirí de Paz fue su “Pequeña crónica de grandes días” (1990) a propósito de la caída de la “cortina de hierro” de la Europa del Este. Este me gustó más. También trae una entrevista con Castillo Peraza en donde este “socráticamente” lo conduce a que Paz admita su creencia en Dios.
Me dispuse, pues a leer el libro de Domínguez Michael, y en primera instancia me sorprendió lo bien investigado. Se nota que le llevó muchos años escribirlo. La bibliografía es completísima. El índice onomástico es impresionante, muy útil, pero comete un pequeño error (pecatta minuta) ya que confunde como si fuera una sola persona Juan O´Gorman, muralista y arquitecto con Edmundo O´Gorman, su hermano, historiador y filósofo.
El libro es un recorrido lineal en la vida de Octavio Paz, desde sus orígenes paternos porfiristas, luego su padre, un abogado idealista a favor de los zapatistas. Con una prosa muy amena y fácil de leer se centra en cuatro problemas que tuvo Octavio:
1.- El entendimiento de la identidad del mexicano, y su posterior revisión después de las revueltas estudiantiles de 1968 y 1971.
2.- Su tormentosa relación con su primera esposa Elena y después con su hija Helena.
3.- Su lucha contra los izquierdistas latinoamericanos que lo consideraban que los había traicionado y pactado con los medios de comunicación, especialmente con el monopolio de Televisa.
4.- El “encuentro Vuelta” y la expulsión (disfrazada) del territorio nacional del peruano-hispano Vargas Llosa por decir que en México se tenía la “dictadura perfecta”. Cabe aclara que lo dice muy bien el libro, que la revista “Vuelta” y los encuentros organizados por Paz, puso a México en la discusión mundial y no solamente un oyente en el rincón en el concierto de las naciones.
El autor, estuvo en el consejo editorial de los últimos años de la revista “Vuelta”, conociendo muy bien al biografiado, por lo que es un relato de primera mano. Por lo que conoció su manera de ser, sus pasiones, su carácter y eso le da un gran valor a este libro.
Ahora quisiera tocar los aspectos negativos del libro. El primero que resalta es que para Domínguez Michael es muy importante ser de “izquierda” o de “derecha” o peor lo utiliza como descalificativos e insultos. Los ejemplos abundan, de José Mancisidor dice “Un mediocre y bonachón escritor comunista” (p. 113), de José Saramago: “un estalinista apenas encriptado en el código de la globalofobia, quien antes de bajarse del helicóptero [en Chiapas] ya sabía quién había cometido el crimen y venía bien dispuesto a juzgarlos sin clemencia.” De Ricardo Garibay “intelectual afín al régimen” (p. 451). A quien peor le va es a don José Vasconcelos por sus últimos años de su vida. Dice de él: “…cuando Vasconcelos vegetaba desterrado [sic], en el limbo de la extrema derecha, nacional, católica y filonazi…” (p. 264). Resalto el hecho de que Domínguez pone “católico” como un insulto. Obviamente Domínguez Michael a sus amigos y partidarios les da puras alabanzas. En cambio, resulta muy significativo una cita de Octavio Paz que da la importancia que tiene don Lucas Alamán: “Lucas Alamán no es menos central para México que Benito Juárez” (en “hora cumplida”) (p- 579)
Lo segundo negativo del libro me llama la atención porqué Domínguez siempre tiene la cita precisa y la fuente adecuada, exceptuando cuando dice que Carlos Pellicer se enamoró de Paz lo que precipitó su matrimonio con Elena Garro (qué resultó fatal, como se vio en todo el desarrollo final de la obra) y su partida a España para combatir en la Guerra Civil. La única prueba de esto, es un poema menor que escribió Pellicer que no se publicó hasta que murió el vate y menciona las palabras “octava” y “paz”. (p. 79).
El tercero, es que siendo Paz y Domínguez miembros del Colegio Nacional, desconozcan la historia de nuestra nación haciendo afirmaciones peregrinas como esta: “… y el par de obispos pirómanos de la Nueva España: Juan de Zumárraga y Diego de Landa…” (p.569). Aclaremos este asunto: En el libro de don Joaquín García Icazbalceta sobre don Juan de Zumárraga primer obispo de México, en su capítulo XXII: “Destrucciones de las antigüedades atribuidas al Sr. Zumárraga y a los primeros misioneros”, demuestra que no se dio ninguna orden de destrucción al contrario se intentaron preservar las “antigüedades mexicanas” como se le llamaba a los códices prehispánicos. No hay ninguna fuente ni española ni indígena que lo muestre. Para el caso de don Diego de Landa si quemó las antigüedades en 1562 en Maní en un auto de fe. Por esa razón fue citado en España para que respondiera por estos actos. Para tranquilizar los ánimos y justificarse escribió en 1566 “Relación de las cosas de Yucatán” que es el documento más fidedigno de los mayas yucatecos antes de la conquista. Sin este libro no se habría podido descifrar la escritura maya. Después fue nombrado obispo de Yucatán y Tabasco en 1573. Justamente, en la introducción del libro de Fray Diego de Landa, el P. Ángel María Garibay K., dice que fue “destructor y constructor”. Como conclusión, puedo decir que Zumárraga siendo obispo no fue pirómano y don Diego de Landa quemó en un auto de fe algunos códices sin ser obispo.
El cuarto es que confunde a Pascal con Descartes. En la página 742 dice: “… que no en balde Cristina de Suecia fue amiga del tajante Pascal” (Sic: debe decir “…que no en balde Cristina de Suecia fue alumna del “tajante” Descartes”). No se sabe de donde es “tajante” cualquiera de los dos filósofos y científicos franceses.
En general, es un libro que se disfruta y se puede aprender de la vida y obra de Octavio Paz.
Un deleite leer y envolverse en este remolino de contrapuntos y referencias.