
El secretario de Economía lo llamó “la carta de navegación de nuestro país” y recientemente, junto con la presidenta Sheinbaum, presentaron los “avances y oportunidades” del Plan México.
El evento recicla las buenas intenciones contenidas en dicho plan (ahora carta de navegación), y fue parte de la respuesta a la incertidumbre y sensación de impotencia ante los anuncios de Trump y los confusos efectos para México.
A mí me parece adecuada la forma en que el gobierno mexicano ha (no) respondido y mostrado paciencia ante la volatilidad existente en las acciones y mente del presidente estadounidense. Pareciera que aquellos países que han sacado la cabeza para tratar de mostrarse hostiles o poco cooperativos con el (ridículo) plan trumpista batallarán más para congraciarse con el señor.
Y en el caso mexicano, considerando la alta dependencia, construida por 3 décadas, que tenemos con Estados Unidos y la poca fortaleza de nuestro mercado doméstico (destruido también por 3 décadas), en realidad no tenemos otra alternativa fuera de envolvernos en la bandera al estilo Escutia y saltar al vacío.
Hasta ahí, vamos “bien” o tan bien como pudiéramos esperar considerando la fragilidad de nuestra economía. Hay que mantener nuestra principal herramienta negociadora y conciliadora a la mano y lista: es decir, no apaguen la veladora.
Estoy convencido de que, en su gran mayoría, quienes dirigen a México tienen buenas intenciones y que, con mayor o menor preparación, poca o mucha ideología hueca, se despiertan pensando en cómo hacer de México un mejor país, con una economía más sólida y mayores oportunidades para la población.
Sin embargo, son eventos como este de “la carta de navegación” y planes como el Plan México, que me hacen dudar de que las buenas intenciones nos alcancen para mucho. En este evento de “avances y oportunidades” del Plan México se presentaron 18 acciones que parecen estar más en fase de intenciones que de ejecución.
Es ahí que vuelvo a dudar que tengamos realmente los caballos (o mulas, o burros) enfrente de la carreta. Se insiste en querer ser la economía 10 del mundo para 2030, pero se rehúsan a ajustar políticas económicas o a implementar una verdadera política industrial.
Ya lo hemos dicho antes aquí; para que México aspire al puesto 10 mundial, tendría que crecer cerca del 5% anual cada año del sexenio Sheinbaum. Hoy, si bien nos va, sin recesión en Estados Unidos y sin aranceles, México crecerá menos del 1% en 2025 y no más del 2% en 2026. Es decir, si México crece 1% en 2025 y 2% en 2026, para poder aspirar al lugar 10 del mundo a fines del sexenio tendríamos que crecer a una tasa anual del 6.8% cada año los últimos cuatro años del sexenio.
Exacto, como que no parece viable la meta si tenemos un arranque tan flojo y si no ajustamos políticas, planes y cartas de navegación de manera radical. Es como si quisiéramos empezar caminando los primeros 133 metros de la carrera de 400 metros y después empezar a correr para tratar de romper el récord mundial.
De ese tamaño parece el reto y muchos siguen pensando que es posible y que los anuncios como los de esta semana realmente nos ponen en vías de acercarnos a ese récord mundial.
Es urgente despertar y salir de esta realidad alterna que no nos dejará progresar por estar negando lo obvio mientras aplaudimos.
La presidenta habló de “aumentar la autosuficiencia alimentaria y energética” como si ya existiera dicha autosuficiencia. Solo se puede aumentar lo que ya se tiene. Y no, no es un tema de semántica, sino de negación de la realidad con un juego de palabras para estirar la verdad (o la mentira).
No se puede aumentar lo que no se tiene. Se presume una supuesta fortaleza económica mientras la economía tiene todos los focos del tablero encendidos. Se habla de “producir más en México”, pero no se menciona nada acerca de alinear condiciones e incentivos para que quienes producen lo puedan hacer (tasas, impuestos, competencia económica, tipo de cambio, estado de derecho, seguridad, corrupción, etc.).
Es como si esos factores no existieran o como si el gobierno no tuviera responsabilidad en buscar poner la mesa lo mejor posible para que más productores se animen a sentarse. ¿Se habrán preguntado en el gobierno porqué alguien va a decidir producir en México en lugar de Texas o Georgia?
Se habla de “fortalecer el mercado interno”, pero tristemente no invitaron al “cómo”. Se habla de “invertir en aeropuertos y carreteras”, pero los resultados no se ven suficientemente rápido; la principal zona aeronáutica del país (CDMX) está colapsada y las carreteras sufren de falta de mantenimiento y de capacidad.
Se habla de “fortalecer la producción de autos para el mercado nacional” pero se piensa que unos 10,000 o 20,000 Olinias en 2027 y 2028 son la respuesta, cuando se sabe que cada emprendimiento del gobierno los últimos 6 años ha sido un fracaso económico, barriles sin fondo calibre Mexicana de Aviación, Dos Bocas, Tren Maya o AIFA.
Se habla de “aumentar los productos nacionales en autoservicios”, pero no se dice cómo. Así, seguiremos con una flamante “carta de navegación” en un barco sin velas, con motor descompuesto, con timón quebrado, con una tripulación a punto del motín y plagados de piratas. Mientras, la corriente nos empuja hacia un arrecife peligroso o al triángulo de las bermudas.
La “carta de navegación del bienestar” no nos va a alcanzar. No apaguemos la veladora.