En tr3s y do2

Los hipócritas vs los fantasmas

Migrantes invisibles

Trump ha dicho que durante los años de Biden llegaron 10 millones de migrantes indocumentados a Estados Unidos; Trump también dijo que el número fue de 21 millones. Se refiere al fenómeno migratorio como una “invasión” y generalmente equipara a migrantes con criminales peligrosos.

En su librito no caben los tonos de grises y cualquier cosa que tenga que ver con migrantes se trata de manera agresiva, inhumana y exagerada para alimentar sentimientos racistas y xenófobos contra migrantes (casualmente no blancos).

Políticos de todos niveles y ciudadanos estadounidenses alineados a la ideología MAGA no dudan en creer las cifras y la retórica de Trump, después de todo, el señor es un personaje casi bíblico y hasta infalible para ellos; no importa qué tanto exagere, diga verdades a medias o mentiras completas.

Cuando les dicen que fueron 10 millones en 4 años se lo creen, también compran la historia cuando les dicen que no fueron 10 sino 21 millones, no cuestionan si al menos una de las dos cifras puede estar mal. En la época de la posverdad y las “fake news” casi nadie quiere hacer la tarea, verificar datos y confirmar qué sí es verdad y qué no.

Muchos “compran” la verdad que se amolda a sus creencias, ideología o intereses. Por eso, para el votante MAGA promedio es muy sencillo ver a cualquier inmigrante como si fuera parte de una plaga o un criminal, en el mejor de los casos, en potencia.

A ese segmento de la población de Estados Unidos se le ha adoctrinado para creer ciegamente en el líder y para normalizar gradualmente, ya por 10 años, la retórica inhumana contra migrantes en general. Sí, también es imposible no ver y cuestionar que la gran mayoría de quienes están en ese segmento MAGA anti-inmigrante se consideran muy cristianos.

Seguidores de ese mismo Cristo que dijo “fui un extraño y me acogiste”; seguidores, en muchos casos sin saber, de la doctrina social cristiana que les dice que cada migrante es una persona, que debemos ser solidarios con otros, que los más vulnerables deben ser protegidos y que los migrantes deben ser tratados con respeto y compasión.

Pocos se animan a investigar y darse cuenta de que el consenso de estudios serios indica que el número total de migrantes sin documentos viviendo en Estados Unidos es de entre 11 y 12 millones (menos del 3.5% de la población) y que el punto máximo de esa cifra fue 12.2 millones en 2007.

Entonces, pareciera ser un hecho que la cifra de 21 millones de nuevos inmigrantes en los cuatro años de Biden es falsa; también, que si en 2007, 13 años antes de Biden, se llegó a 12.2 millones y hoy se estima existen entre 11 y 12 millones, es imposible que se hayan agregado otros 10 millones con Biden como sostiene Trump.

Y así, la problemática migratoria en Estados Unidos empieza por mal rumbo cuando los políticos que deberían ser responsables de encontrarle soluciones parten de premisas erróneas, así sea por ignorancia o por intereses políticos que solo buscan una piñata que romper.

El tema de los migrantes sin documentos en Estados Unidos, especialmente aquellos que son honrados, trabajan o fueron traídos desde chicos, es, probablemente, una de las injusticias más grandes que existen en un país de “primer mundo”.

Estados Unidos se ha beneficiado por décadas de esos migrantes aun cuando la población en general ha pretendido ni verlos ni escucharlos a su alrededor. El votante promedio MAGA, e incluso algunos que no son pro-Trump, saben que en sus vidas cotidianas las cosas funcionan mejor porque existen esos migrantes sin papeles que les hacen la vida más fácil a sus sociedades.

En algunos estados de la Unión Americana ese fenómeno del migrante “fantasma” es mucho más palpable que en otros. Es una realidad con la que cada día conviven la gran mayoría de los americanos y sus familias pero que prefieren ignorar.

De pronto alguien les dijo que “migrante = malo”, cuando antes era solamente “migrante = look the other way”, hazte güey, ignóralo como si no existiera, como si fuera la verdad incómoda de una familia que no quiere que se ventilen temas bochornosos del pasado (esclavos) y que ahora ha evolucionado a un modelo en el que todos hacen como si cumplieran con una ley que “prohíbe” contratar (y beneficiarse de) migrantes sin documentos que atienden y sirven a ciudadanos que fingen nunca haberse enterado que en muchas cocinas, en el campo y en muchos negocios quienes preparan su comida, limpian, administran o atienden su negocio, construyen sus casas, siembran, cuidan y cosechan sus campos, hablan español.

Una dimensión paralela en la que fervientes cristianos americanos pretenden actuar como si los migrantes nunca hubieran estado a su alrededor.

Ahora muchos apoyan persecuciones inhumanas de migrantes por parte de “elementos de seguridad”, calibre mercenarios o milicia irregular y que en muchos casos pagarían por ser parte de la cacería de migrantes morenos.

Claro, debemos ser muy cuidadosos de no generalizar ya que hay ciudadanos americanos que denuncian estas prácticas y persecuciones, pero no podemos perder la sensibilidad de ver que quienes han convivido con “fantasmas amigables”, por décadas, de pronto sientan que es razonable declararles la guerra solo para alimentar el ego de una persona y una agenda política que es cruel y altamente hipócrita.

Los americanos no pueden tener el pastel y también comérselo, no se pueden deshacer de quien se supone no existía.

@josedenigris

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