“No puedes producir prosperidad si desincentivas el ahorro. No puedes reforzar al débil debilitando al fuerte. No puedes ayudar a hombres pequeños destruyendo a hombres grandes. No puedes ayudar a quien recibe un salario si afectas al que paga el salario. No puedes ayudar a los pobres si destruyes a los ricos. No puedes estar realmente seguro con dinero prestado. No puedes promover la hermandad entre la sociedad si promueves el odio entre clases. No puedes mantenerte libre de problemas si gastas más de lo que ingresas. No puedes construir carácter y coraje si le quitas la iniciativa y la independencia a las personas. No puedes ayudar a las personas permanentemente haciendo por ellas lo que podrían y debieran hacer por ellas mismas“.
¿Cómo te sentirías acerca de lo que dicen estas frases si te dijera que el autor es Abraham Lincoln, tomando en cuenta que Ronald Reagan (en 1992) y otros famosos se han referido a las líneas anteriores citando a Abraham Lincoln como su autor?
Regresaremos más adelante a comentar sobre el autor y el significado de estos diez puntos conocidos como “The Ten Cannots” o “las 10 cosas que no hay que hacer”. El mismo autor de los “cannots” hizo otra lista llamada “los Siete Crímenes Nacionales” (Seven National Crimes) sobre la actitud de los ciudadanos: “No pienso. No sé. No me importa. Estoy muy ocupado. Estoy suficientemente bien solo. No tengo tiempo de leer y entender. No me interesa”.
Te adelanto que Lincoln NO es el autor de las primeras 10 frases; tampoco de los siete crímenes nacionales. Pero, para no irnos en blanco sobre la forma de pensar de Lincoln, en 1864, mucho antes de las concentraciones ridículas de riqueza que se ven ahora, Lincoln dijo lo siguiente acerca de la riqueza y la propiedad privada:
“La propiedad es fruto del trabajo; tener propiedad es deseable y positivo para el mundo. Que algunos sean ricos muestra que otros pueden hacerse ricos y es, entonces, motivación para la empresa y la industria. No dejes que aquel que no tiene casa se adueñe de la casa de otro; déjalo trabajar diligentemente en construir una para él mismo, y que se dé cuenta, con el ejemplo, que cuando la haya terminado estará segura de violencia“.
El Reverendo William J.H. Boetcker es el autor de los diez “cannots” y los siete crímenes nacionales. Se piensa que la confusión con lo que Lincoln dijo proviene de un folleto de una organización política conservadora que en 1942 publicó las frases de Boetcker y Lincoln con los nombres al revés, por error.
Boetcker nació en Alemania en 1873 y emigró a Estados Unidos donde se ordenó como ministro Presbiteriano y donde ganó fama como un orador motivacional; incluso se le considera uno de los primeros que abrieron el camino a personajes como Anthony Robbins en el negocio de “coaches del éxito”.
Boetcker era conservador y abiertamente anti-sindicatos. Sin embargo, el calibre y estilo de sus opiniones conservadoras, que tal vez en el mundo polarizado de hoy pudieran ser suficientes para detonar alguna protesta o cancelarlo, fueron por décadas alineadas a la base de movimientos políticos de centro derecha y derecha (el mismo PAN, cuando era un partido serio, incluía ideas similares en su ideología y propuesta política) y han sido gradualmente olvidadas porque ahora el poder se pelea entre bandos que no se atreven a tratar de convencer con razones y evitan enfocarse en soluciones y propuestas que tengan tonos de gris o tiendan al centro, ya que eso implicaría tener que cantar bolas y strikes sobre lo que los contrincantes dicen o hacen.
Todo es blanco o negro; se cancelan ideas automáticamente por venir de quien vienen o por estar asociadas a uno u otro movimiento o ideología. No hay oportunidad de escuchar, procesar, pensar, contrastar y tener conclusiones sobre lo que hace sentido de una idea o propuesta y lo que no.
Imaginemos un mundo, o al menos un México, donde nos podamos deshacer de las posturas radicales, o ultras, de izquierda y de derecha y donde podamos volver a tener un centro y opciones moderadas, mesuradas y razonables de centro izquierda y centro derecha, donde los ultras sean la excepción.
Donde podamos comparar ideas y proyectos sin tener que apostar el país entero cada seis años y donde la catafixia siempre incluye un abismo. Tal vez entonces, podríamos rescatar puntos positivos de los “10 cannots” y reconocer que su autor, por más conservador que fuera, hace sentido en los siete crímenes nacionales.
Podríamos tomar ideas de Lincoln sobre la existencia y respeto a la propiedad privada o ver como razonables estos “consejos para ser un buen empleado” (de la revista Trabajo y Ahorro de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, publicados hace 100 años):
“Ayuda a tus compañeros; ahorra tiempo, palabras y dinero; sé siempre puntual; ábrete paso por tu propio esfuerzo; no estés nunca ocioso; el amable siempre gana en aprecio; no dejes nada para mañana; di la verdad y no inventes disculpas; siempre asciende el que es activo; especialízate en tu quehacer; los flojos nunca prosperan; si ya dominas tu quehacer, aprende el del compañero, quien sabe más, vale más; se entusiasta con lo que haces; los intereses del negocio son los tuyos; si cumples, nadie te hará observaciones; el respeto a tus superiores te hará respetable a ti; pregunta cuando tengas dudas, quien hace bien un trabajo no tiene que duplicarlo; no seas impaciente si quieres trabajar como es debido“.
Busquemos el centro y no los extremos. Más fácil y razonable concurrir, coincidir y construir si coincidimos cerca del centro.
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