La renuncia, relativamente anticipada, de Claudia Sheinbaum, puede condicionar las aspiraciones de por lo menos un morenista: Martí Batres Guadarrama a la candidatura de ese partido a la propia Jefatura de Gobierno de la CDMX.
Hoy ocupa la Secretaría de Gobierno, pero Batres ha trabajado, dentro del PRD primero y en Morena después, siempre al lado de Andrés Manuel López Obrador, con la mira puesta en la principal posición política de la capital del país. En 1997, contra todo pronóstico entonces, le ganó a René Arce la coordinación del grupo parlamentario perredista y con ello la Presidencia de la primera Asamblea Legislativa dominada por la izquierda en el entonces Distrito Federal. Un año después se separó de René Bejarano y se vinculó al tabasqueño, que entonces era un liderazgo ascendente en el PRD, para apoyar su proyecto por la Jefatura de Gobierno en 2000, en contra de otros dirigentes perredistas y cardenistas, entonces más visibles, como sus ex compañeros del CEU, Rosario Robles y Carlos Imaz.
Como Diputado Federal por el DF, Batres coordinó al grupo parlamentario del PRD cuando AMLO era Jefe de Gobierno, para después integrarse a la administración capitalina bajo las órdenes de Alejandro Encinas. En los años de Marcelo Ebrard, con quien nunca hizo química, fue secretario de Desarrollo Económico apoyado por López Obrador, hasta que el entonces jefe de Gobierno decidió quitarlo del camino para evitar que se convirtiera en un obstáculo en la construcción de su propia sucesión a favor, primero de Mario Delgado y finalmente de Miguel Ángel Mancera.
Mientras Mancera era Jefe de Gobierno y se asociaba con Enrique Peña Nieto para traicionar a un Ebrard que debió exiliarse, en Francia, con motivo de esa traición, Batres siguió trabajando al lado de López Obrador, acompañando la construcción de la candidatura finalmente ganadora de 2018, en la que participó como candidato a senador. En el Senado, cuando parecía que su lealtad finalmente empezaría a ser reconocida, otra vez fue la parte más débil de una negociación cupular que lo dejó de lado para encumbrar a Ricardo Monreal como coordinador de la mayoría morenista en la cámara alta. Aislado por el zacatecano, Batres tuvo que soportar en solitario hasta que el movimiento de una antigua amiga suya, Rosa Icela Rodríguez, le abrió el espacio de la Secretaría de Gobierno en el equipo de Claudia Sheinbaum.
Hoy, ante la anunciada salida de Sheinbaum para formalizar su candidatura presidencial, el ajedrez político indica que Martí Batres podría ser sacrificado, una vez más, en beneficio del mismo Ricardo Monreal. El aún senador ya decidió dejar de jugar al conciliador porque parece haber amarrado un premio de consolación suficientemente atractivo para no romper con el presidente: la candidatura morenista a Jefe de Gobierno.
Sí así son las cosas, Batres se encuentra en la posición más natural para ser eliminado de la competencia con un nuevo premio de consolación, la Jefatura de Gobierno, al alcance de su mano, pero no ganada en las urnas como él la había pensado, sino producto de un enroque que lo convertiría en sustituto de Claudia Sheinbaum, para ocupar el cargo durante 18 meses, en lugar de los seis años que corresponden al periodo constitucional completo.
Ante la salida de Sheinbaum, por ministerio de ley Batres tendría que hacerse cargo del Gobierno de la CDMX y solo necesitaría los votos de Morena para pasar, de encargado de despacho, a Jefe de Gobierno sustituto. Con esa simple votación aseguraría el cargo, pero simultáneamente quedaría inhabilitado para pelear por él en las urnas, en 2024 o más adelante, por aquello del principio, aun vigente, de no reelección.
Una vez más, el destino parece sacrificar a Batres, a pesar de su cercanía y lealtad al proyecto lopezobradorista, desde que este era apenas una idea.