La Caja de Petri

Hacernos cargo de nuestra cultura política

El propósito.

Saturados por la visceralidad de la coyuntura política que se respira y se transpira en México, en la mesa de análisis de Conexionistas nos preguntamos qué agenda podría escapar de la inmediatez de las mañaneras organizadas desde palacio nacional, de la banalidad de los memes y del lavadero de chismes de Twitterlandia.

El reto es claro: salirse de la coyuntura. De tal suerte, @EnvilaFisher, @areygadas y quien escribe, concluimos que el tema a revisar con microscopio es la cultura política del mexicano.

Nuestro propósito es abrir la conversación y problematizar sobre este marco de orientaciones, creencias y posturas que se expresan y colisionan desde el espacio de gobierno, del ciudadano y de la iniciativa privada.

Buscamos poner nuestro grano de arena en la resignificación de aquellas actitudes que, al final del día, se convierten en la manera en que nos vinculamos con el ejercicio del poder público y con el acceso al poder en México.

La apuesta es construir una agenda que nos permita revisar esos mexicanísimos y rancios atavismos que llevan décadas enraizados y que exponen la mutua e intensa influencia que hay entre ciudadanos e instituciones, exhibiendo con ello, la delgada línea que separa lo público de lo privado.

Rascarse donde no pica.

Se trata entonces de hacer más preguntas y de explorar algunas respuestas. De rascarse donde no pica, como decía Richard Rortry[1].

Por ejemplo, comenzar por entender si nuestra vinculación con la cosa pública y sus mecanismos de gobierno ocurre desde ese pesado sentido de inferioridad al que se refería Octavio Paz.[2]

Preguntarnos si podemos escapar del omnipresente y feroz desorden en el que vivimos, según Carlos Monsiváis[3]. O si hemos bajado la guardia para siempre, al normalizar el abuso como apuntó Samuel Ramos.[4]

Señalar, además, la instauración silenciosa de nuevos condicionamientos culturales que deterioran los cimientos para un país que busca salir de su subdesarrollo. O en palabras de Ikram Antaki, que alimentan una sociedad inmadura que no hace nada por crecer[5].

La tiranía del “like

La ansiedad por ser vistos o dejar de ser ignorados para simular relevancia, es la moneda de cambio que circula y domina en las redes sociales, de las cuales todo indica que no podremos escapar.

Resulta innegable que ese espacio de la comentocracia digital, invadida por necios y por legiones de idiotas como sentenciaba Umberto Eco[6], es quizá el fenómeno que más influye y modela la cultura política de nuestros días.

Desde el Twitt hasta el Zoom; de la mesa de análisis a la charla de café, nuestras opiniones parecen salir a la búsqueda sedienta de “likes” en cualquier oportunidad de conversación.

Conscientes de ello, en el cuarto de guerra de Palacio Nacional se confeccionan las mañaneras con especial dedicatoria a esa arena donde la gran mayoría de los mexicanos que se disfrazan de ciudadanía, construyen y manifiestan su postura frente al acto de gobierno.

Me perece entonces que el legado silencioso de la cuatro-te, es la instalación de una nueva cultura política que se esculpe desde la simulación hecha metáfora, desde la revancha transformada en esperanza.

La paradoja es que la posmoderna consciencia de la horda de inconformes “anti-López” y todo lo que se le parezca, está impedida para entender que sus viscerales reacciones también contribuyen a perfilar esta cultura política, la cual cada vez más se asemeja la forma de una Hidra. Como ya lo había señalado Gabriel Almond,[7] la cultura política no es el resultado de una sola entidad, sino de la interacción entre ellas.

La iniciativa privada en la Caja de Petri.

Finalmente, en esta otra etapa de Conexionistas, mi interés es poner en la Caja de Petri la interacción de la empresa con el poder público. Observar sus interdependencias, desvelar los mitos, cuestionar las narrativas grandilocuentes y miopes, como las que ya comienzan a filtrarse bajo la bandera del Capitalismo Consciente[8]. Pero, sobre todo, reconocer el indiscutible peso y valor que el sector privado tiene en la reinterpretación de una nueva cultura política y, por supuesto, en el diseño y construcción de un nuevo pacto social.

[1] Richard McKay Rortry fue un filósofo estadounidense promotor de la filosofía analítica. Siempre convencido de que era imposible desvincularse de nuestras propias tradiciones y creencias desde las cuales pensamos y evaluamos lo que nos rodea y a nosotros mismos. Una de sus obras más significativas es Contingencia, Ironía y Solidaridad, Paidós 1991.

[2] Paz Octavio, El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a el laberinto de la soledad, FCE, 1993

[3] Monsiváis Carlos, Entrada Libre, Biblioteca Era, 1987.

[4] Ramos Samuel, El perfil del hombre y la cultura en México, ESPASA, Colección Austral, 2009.

[5] Antaki Ikram (Polibio de Arcadia), El pueblo que no quería crecer, Joaquín Mortiz, 2000, 2010

[6] Una apretada selección de reflexiones de Humberto Ecco al respecto, se puede encontrar en https://verne.elpais.com/verne/2016/02/20/articulo/1455960987_547168.html

[7] Gabriel Abraham Almond fue un científico político norteamericano pionero en el estudio de la política comparada y la cultura política. Una de sus obras más destacadas el respecto es: The Study of Political Culture, C, Palgrave Macmillan.

[8] A manera de referencia, hay una inquietante propuesta de John Mackey y Raj Sisodia que con emotiva mercadotecnia denominan como la “liberación del heroico espíritu de los negocios”, en su libro: Conscious Capitalism, Harvard Business Review Press, 2013.

Foto de CDC en Unsplash

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1 Comment

  1. Deliciosa e irresistible invitación, garigoleada por una pluma perfectamente calibrada. Lastima que el tema principal sea la política mexicana, ya que mi desprecio por sus oficiantes puede sesgar mi apacible opinión.
    Participemos pues, no sin antes mandar a chingar a su madre a todos los politicos rateros y embaucadores que hacen de los puestos públicos un negocio personal o industrial.

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