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El canto de Dionisio

El canto de Dionisio

Se escandalizan de señoros barbones vestidos de mujer, de gorditas que emulan a diosas caídas, a gente disfrazada que lo único que hace es representar una pequeña fiesta de dioses olímpicos.

¿No vieron a Dionisio, el dios del vino, la fiesta y la música? La deidad que celebra la vida y la alegría del buen comer y beber.

El culto al gordito desmadroso, llamado Baco por los romanos, se caracterizaban por rituales apasionados y extáticos. Ceremonias que eran acompañadas de música, danza y el consumo de vino. Los adoradores buscaban un estado de trance sagrado para conectarse con lo divino y experimentar una liberación de las inhibiciones sociales.

¿Quién iba a pensar que en aquellas épocas los griegos iban a ser tan wokes, liberales e incluyentes?

Dionisio era una figura andrógina con una naturaleza bisexual que reflejaba la dualidad entre lo masculino y lo femenino. Podía adoptar diferentes formas y cambiar de sexo.

¡Malditos griegos, seguramente querían adelantar la Agenda 2030 antes de Cristo!

Un dios festivo y alegre cuya adoración era el grito con el que los antiguos retaban al vacío eterno.

Argumentan que esa escena fue una blasfemia debido a su parecido con la composición que Leonardo Da Vinci dio a su afamado fresco que representa la última cena de Cristo.

No señores, fue una declaración de alegría y espíritu lúdico por la llegada de los juegos. Unos juegos olímpicos que hace muchos siglos fueron prohibidos por el cristianismo debido a su espíritu pagano.

Una de las principales consecuencias del cristianismo, muy contraria a su supuesta esencia, es la manera en que ha helado el corazón y el espíritu de muchos.

Aquellos que miran con ojos inquisidores a quienes hacen algo fuera de sus fríos conceptos, de sus ideales de corrección y no dudan en condenarlos al fuego eterno.

El cristianismo transformó el alma pagana, deseosa de festivales, celebraciones y bacanales, en un hueco oscuro donde la felicidad y las fiestas son vistas como asunto pecaminoso. Tan solo dejaron algunos restos edulcorados que son frías sombras del alma del pasado.

Desde esa perspectiva es imposible intentar siquiera hacer una pequeña parodia de esa festividad pagana; Sienten que son los guardianes de lo bueno, lo ético, lo estético, lo decente.

Maldito seas si te sales tan solo un milímetro de ese espectro, porque el castigo divino estará listo para arrojarte de cabeza al hado.

Dicen que estos celebrantes buscan eliminar a la cristiandad, el alma de la civilización occidental.

No es cierto. Es su propia intolerancia y sus prejuicios lo que los está extinguiendo…

…y esa es una buena noticia.

Las nuevas generaciones serán más festivas.

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Armando Reygadas
Viví la revolución digital en carne propia; di mis primeros pasos en medios tradicionales impresos y la radio AM; desde ahí salté a Internet. Comunicador especializado en tecnología, redes sociales, medios digitales y marketing en línea; me dedico a la ‘blogueada’ desde los 90s y participo en varias publicaciones como Reseñando.com y Conexionistas.com.mx donde tenemos un podcast.

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