Es un terrible “te lo dije”; una historia que, por su estupidez intrínseca, sirve para para dar un tono más terrible, todavía, a la enorme tragedia que es el Covid-19.
Este hombre de 45 años de edad se llamaba H. Scott Apley, integrante del consejo de la ciudad de Dickinson, Texas, por parte del Partido Republicano. Como su filiación podría indicar, tenía serias dudas de la peligrosidad del Covid así como la efectividad de las diversas vacunas desarrolladas para luchar contra la pandemia. Utilizaba su cuenta de Facebook y Twitter para difundir memes y mensajes en los que se burlaba sobre el tema y de quienes realizaban recomendaciones; desde utilizar cubrebocas hasta vacunarse.
El primero de abril de este año no dudó en calificar a la ex comisionada de salud de Baltimore de “fascista” cuando esta publicó comentarios muy positivos sobre la eficacia de las vacunas.
You are an absolute enemy of a free people. #ShoveTheCarrotWhereTheSunDontShine.
— H Scott Apley (@hsapley) April 2, 2021
“Métete la zanahoria por donde el sol no brilla”, fue su elegante mensaje.
El 30 de junio publicó esto:
Fue el último posteo de su vida.
Apley murió el 4 de agosto en un hospital de Galveston, Texas, por causa de síntomas parecidos a la neumonía, es decir, Covid-19. Deja atrás una viuda y un huérfano, un niño de apenas cinco meses de edad.
A lo largo de su estancia en el hospital, la familia de Apley se vio forzada a realizar una campaña en gofundme para recabar fondos y pagar el tratamiento hospitalario así como el funeral. Supongo que este hombre, como buen republicano, estaba en contra de los servicios de salud “socializados” pero, a la vez, le era imposible pagar su propio tratamiento.
Por supuesto que el alcalde de Dickinson y el líder republicano local emitieron sentidos comunicados en los que lamentaban la muerte de Apley y lo terrible que era la perspectiva a futuro para su esposa e hijo. Ambos afirmaron, de forma nada consoladora para la familia, que de forma segura el fallecido ya se encontraba disfrutando de la paz de Dios.
Ninguno de los dos mencionó la palabra “Covid-19”.
Una auténtica tragedia que, además, tiene varios niveles. Una familia que queda destruida por causa de la negativa a realizar pequeñas acciones. Si, muy pequeñas acciones que hubieran podido salvar la vida: usar un cubrebocas y recibir una vacuna en un país donde estas las aplican hasta en las gasolineras.
Una tragedia también para todos aquellos que hicieron caso a semejantes ideas y se encuentran en situaciones similares. Gente que se negó a tratar de entender los fundamentos de conocimiento que existen tras una vacuna con argumentos falaces de libertad. Libertad muy mal entendida.
¿Cuántas personas se encontrarán en esa misma situación, pero carecen de la relativa presencia mediática de Apley?
Una tragedia para una mujer y su hijo que, además de perder a un padre, se encontrarán ante una gran deuda ocasionada por el tratamiento médico.
Foto de Jordan Bracco en Unsplash