Encuentro en Reddit una persona preguntando “¿Cómo explicarías México a un extranjero que nunca ha visitado nuestro país?” y, la verdad sea dicha. Entré en un abismo existencial.
Una de las cosas que detonó en mi mente a la hora de leer dicha pregunta fue el caso de nuestro canal de YouTube (Conexionistas México) en el cual hemos subido bastante contenido de análisis político; una serie de cultura política en la cual tratamos ir más allá de los temas en boga (clásico “tren del mame”) para adentrarnos más en las relaciones que tenemos los ciudadanos con la gente que hace política. Tratar de entender las razones por las que cargamos un sistema político como el que tenemos.
En una de las últimas emisiones discutimos sobre las ventajas que nos trae, como sociedad, que la Guardia Nacional permanezca bajo un mando civil. La principal conclusión por parte de nuestros panelistas (Claudia Aguilar Barroso y Alejandro Envila Fisher (síganlos en @CAguilarBarroso y @EnvilaFisher) fue muy sencilla: un cuerpo policial de estas características tendrá que rendir cuentas a la sociedad civil, cosa que no ocurriría en caso de permanecer como parte del ejército.
La justificación de “seguridad nacional” saldría a relucir en el momento que alguien presentase una solicitud de información sobre algún abuso, ilegalidad o arbitrariedad cometida por la fuerza policial, cosa que en México es algo muy común para este tipo de corporaciones.
Lo que me llamó la atención fue un comentario dentro de la plataforma en la que una persona decía:
Y como por qué tendría que responder cualquier cuerpo de seguridad a un particular? A que particular quieres que le responda? A Claudio o a quien? 🤭 no tiene ni idea de lo que dice 🙄
Para este individuo, una corporación policial no tiene ninguna razón para responder a una solicitud de información. Ellos saben lo que hacen y ningún mugroso va a venir a cuestionar nada. Para eso están en el poder. Para ejercerlo sin cuestionamientos.
Siempre me ha intrigado mucho esa visión de lacayo o de sumisión que muchos no dudan en manifestar en redes. La manera en que se transforman en discípulos y permiten que ese instinto atávico de seguir al líder tome el control de su mente. Abandonan todo razonamiento para echarse de cabeza en una causa o un movimiento.
Varios de estos momentos recopilados en décadas de andanzas a través de las redes sociales llenan mi cabeza; como aquel individuo que, cuando Evo Morales llegó a la presidencia de Bolivia, desde su casa en México gritaba de forma digital consignas que decían “Comandante Morales, estamos listos para recibir sus órdenes” o la señora que argumentaba que, como Andrés Manuel López Obrador había sacrificado su vida familiar por defender al pueblo, durante su presidencia todos los mexicanos —en agradecimiento— estábamos obligados a cumplir sus órdenes sin cuestionar nada.
Se asumen como muy pequeños para entender o muy irrelevantes para merecer un puesto más allá de la hormiga obrera.
Tenía un profesor de historia que, de forma muy amarga, decía que habíamos heredado lo peor de dos sistemas políticos autoritarios, la monarquía absoluta española y la teocracia imperialista mexica. De forma muy simplificada, ambos sistemas estaban muy bien estructurados en lo que a posiciones y roles sociales se refería. Un grupo de elite que, sin preguntar ni consensuar, tomaba las decisiones que afectaba a la sociedad completa sin preocuparse de las consecuencias y siempre con la premisa de lograr la máxima ganancia personal.
Por lo visto muchos siguen atorados en esa etapa, en la que se asumen como vasallos incapaces de aportar nada más que fuerza física cuando sus líderes así lo requieren.
Eso no es ciudadanía.